jueves, 10 de octubre de 2019

CARTA A EVA.

La visita de esta mañana, me ha recordado lo mucho que te he necesitado y extrañado durante el periodo de tu ausencia. Hubieron veces, momentos de dura introspección, que le preguntaba a Dios los motivos por el cual el capítulo contigo se había borrado del camino un día sin más. Sin un final al menos que contar. Le supliqué que me concediera el placer de tenerte cerca, o al menos la distancia suficientemente prudente con la cual no estropee con mi torpeza la amistad. Porque habías formado parte de mi identidad, de mi vida. Nunca fuiste una persona que entraste para salir por la misma puerta. Fuiste de esos corazones que sin más se quedaron, pero muy adentro, para observarlo todo desde sus ojos. 
No sé aún cómo es mirar desde tus ojos, pero tiene que ser maravilloso para que a pesar del tiempo... estés aquí como si el tal se hubiera rendido a nuestros pies. 
Formaste con tu voz un trozo de mi persona, de mi identidad.
Aún recuerdo todas la noches de largos coloquios donde afloraba la ilusión que desprendía nuestra gran inocencia.

 La amistad es necesaria. Jesús creía en la amistad. Él es amigo de sus discípulos, y se hizo de amar. Me ayudó a entender que la verdadera amistad supera el paso del tiempo, los daños, los errores... Y no sabes cuánto lamento la falta de neuronas que tenía en aquella época. La simpleza con que me caracterizaba. Tengo la sensación de que vemos las cosas en parte, como a través de un espejo. Aunque me grites diciéndome que mi personalidad es tan mágica... He podido abrir una brecha en el tiempo y ver lo torpe que he sido. Tus gafas eran tan lilas, tan firmes y a su vez tan dulces; En cambio las mías eran frágiles, postulantes, pero necesitadas e inseguras. No puedo lamentarme de un pasado inerte que no sabe hacer nada más que simplemente ser ecos. Es mi percepción, perdóname si con ella te daño.
Fue maravilloso oír tu voz decir que mi hogar huele a mi... supe que dirías eso en el momento que me enteré de tu llegada. Son instantes que no quiero olvidar, porque son nuestros, nuestras palabras, nuestros momentos.

Y todo esto tan metafórico y poético es sólo para decirte que no estaría mal de vez en cuando un café enemistado con la nicotina. Al menos yo echo en falta los cafés que no me tomé junto a tu inigualable compañía.

Siempre fuiste mi mejor amiga.

                            

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