viernes, 10 de abril de 2015

RESCATANDO UN CORAZÓN ALIADO A DIOS.

Como el cielo nos regala cada día, un manjar de estrellas, donde el gran postre es la luna, así también nos deleita con un mar de nubes donde el rey, es el sol.  Y a veces este rey, juega con nosotros, escondiéndose, para acariciarnos con una fina y delicada lluvia. Donde dejamos volar la inspiración, agarrada de la mano de la melancolía.
Estos fenómenos que cada día aguardamos con fe y certeza son evidentes... y por ello, te confieso que también lo son la frustración que bañan las calles de mi inspiración, donde en cada esquina me recuerda que la cuestión del problema es tu malignidad.
¿Cómo decirlo?  ¿Cómo negarme a la evidencia más espesa que palpé?
Un lado de la luna me grita que te destierre y te destrone de donde nunca debí sentarte.
Y el otro lado, el más oscuro, me invita, a seguir avanzando a pesar de los deseos enormes de sacarte donde te enredé...
¿Sabes? Hablar con el espejo y esperar que te responda es una vesania.
Pero la virtud que abraza al espejo, es que refleja todo la verdad.
¿Qué hay de cierto en el desgarre de palabras que son lanzadas contra dicho espejo? 
La respuesta, la ignoro, y tengo la certeza que siempre andaré tras la duda...
Robar el corazón de una aliada de Dios, para dañarlo, es un delito que se paga bien caro, puesto que declaré mi culpa y libre soy de pecado.
Pues mi deseos son la libertad.
Pero siento que es necesario que tales cosas acontezcan.
Tan solo esperaré con paciencia, a que me acoja un pasado lejano... donde los resquicios de recuerdos viejos guardaré en un baúl, como anécdota que contar, con la condición de advertir a otros corazones bondadosos, el peligro que tienen las llamas del infierno, puesto que la insensatez y la alineación son sus consecuencias.
La única forma de encontrar la libertad y el fruto de la paz es lejos de tu mano... cerca de Dios, y del amor que intento rescatar, para poder entronizarlo en mi espíritu.
La luz que hoy baña mis ojos y mi corazón, exponen la oscuridad  de tu deseo malvado y dañino. Estoy distanciándome a toda prisa con todo mi rencor, a kilómetros de una posible desastrosa cercanía.
El  fruto del odio tal vez lleve tu nombre, pero tarde o temprano comerás del perdón para poder olvidar esta siniestra vesania. Y así poder encontrar la paz y libertad que tanto anhelo en este espejo que solo refleja la verdad, mi verdad.
Rescatando entre tanta alegoría a un corazón del rencor y odio.