lunes, 28 de octubre de 2019

¿TODAVÍA NO CREES EN ÉL?

Hoy en día son muchos los que comparan la vida de Jesús con mitologías.
Son muchos los que creen que Jesús fue un mito. Pero olvidan que la historia mitológica está basada simplemente en personajes mitológicos, en cambio los eventos de la vida de Jesús, como resurrección, nacimiento virginal, etc, fueron dados en una persona real de carne y hueso, a la cual los escritores de los evangelios conocieron personalmente. ¿Por qué razón sino iban ellos a entregar su vida basándose en una mentira? Nadie sería capaz de respaldar una mentira hasta la muerte.
¿Lo has pensado alguna vez?

«Si alguien puede demostrar que Cristo no fue levantado de entre los muertos, yo no tengo derecho a seguir manteniendo mi fe Cristiana.»

- John McDowel.

                              
                           

martes, 15 de octubre de 2019

LA PERLA.

Cuando las ostras son pequeñas no tienen ninguna protección, por lo que flotan en el agua como si fueran medusas. Después, cuando se les empieza a formar la concha, se van al fondo del mar, y ahí se adhieren a las rocas y se abren un poquito para dejar entrar a los organismos microscópicos que le sirven de alimento (plancton). Entre el agua que el plancton lleva, a veces se cuela un grano de arena o un animal diminuto, entonces las ostras, como un mecanismo de defensa, segregan una sustancia conocida como nácar, la cual cubre al objeto extraño hasta convertirlo poco a poco en perla. Este increíble proceso tarda entre tres y seis años.

- Muy Interesante.

Leyendo esto podemos entender que la perla es baba de molusco producida por una infección. Es algo que entra muy profundo causando una molestia o dolor, y poco a poco ese objeto molesto o doloroso es envuelto por su propia baba, hasta así producir lo que llamamos algo hermoso; una perla de gran precio. Ósea, de algo doloroso saca algo increíblemente bello.

¿Tú qué produces cuando te lastiman? 
¿Ira, rabia, deseo de venganza...?

Cuando el Señor Jesús estaba en la cruz y escuchaba toda clase de comentarios malvados dijo: «Perdónalos padre, qué no sabe lo que hacen.» 
Poco después, al ladrón que estaba justo al lado suyo, le regaló una entrada directa al paraíso, ahí en ese mismo momento, a pesar de su dolor, produjo una gran perla de misericordia.
Y así podía escribir muchos pasajes y ejemplos. 
Esto que la naturaleza nos regala día a día, es una parábola viva de lo que es el Reino de Dios en tu vida y en la mía.

Produzcamos más perlas de amor, pero no nos frustremos al primer intento, recordad que una ostra tarda hasta seis años en producir una bella perla, cuánto más nosotros, sabiendo que nuestra naturaleza es débil. 

Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
San Juan 1:5 

Seamos pues como esta luz, esforzados y valientes.

Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha.
San Juan 12:24 

Está parábola es semejante a la ostra, para producir fruto de buenas obras, primero hay que perseverar y negarse así mismo.
Reconozco que es un ejercicio un tanto difícil, yo aún estoy en ello, y me queda carrera, cada día siento que acabo de empezar. Y os aseguro que cuesta mucho y más cuando lo intentas por tus propios medios, pero cuando lo haces con la ayuda del Señor, entonces todo cambia y se vuelve más liviano.

Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar.  Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros.»
San Mateo 11:28-30.

Dios les bendiga.
        

lunes, 14 de octubre de 2019

TE PERDONO.

Si quieres enfurecer a tu enemigo, perdónalo.

- Oscar Wilde.

Con esta y otras citas, comencé a darme cuenta el tiempo que había perdido reteniendo el rencor, y es que no superaba la idea de tener que perder otra vez... Al instante supe que no tenía un problema, sino dos, y bastante frustrantes, uno el rencor ó falta de perdón y otro el orgullo. ¿Con qué mataría yo a estos dos ladrones de almas?

Dicen que el tiempo lo cura todo. Pero eso no es del todo cierto, a mi el tiempo me enfermaba; Enfermó el espacio en el que habitaba.
Ensucié mis costumbres con los recuerdos y con mi boca escupía en todos los rincones. Destrocé mi corazón. ¿Sabes lo que más me incapacitada? El hecho de saber que a pesar de todo, esas personas eran felices. No les importaba lo más mínimo el daño causado. No había habido de por medio ni una mínima palabra de disculpas. El frasco de veneno lo tenía en mis manos dispuesto a ser tomado, pensando que con ello dañaría así a mis enemigos, y no me estaba percatando que era una vía directa al suicidio emocional. Fueron momentos de mucha debilidad. Y fue ahí en lo más oscuro de mi ser, cuando humildemente y en un acto de humillación, le dije al Señor: «Te cedo este capítulo, no puedo con él, me hace más daño el retenerlo que el dejarlo ir.»

Y cómo bien sabemos, Dios es amor, y si no nos limpiamos con el perdón, no hay posibilidad de sentarnos junto a su mesa y comer de todo aquello que nos tiene preparado.

 Así que solo hubo unas palabras más que tuve que decir: «te perdono». Y todo aquel manto de amargura al instante se desvaneció.

Tuvo que pasar tiempo para que mi vida retomara su esencia, dejando atrás todas esas oscuras experiencias. Pero el dolor ya no estaba. Y cuando observé por un instante todo aquello que había dejado a mis espaldas, todos aquellos enemigos que me hicieron daño, estaban enfurecidos porque el perdón llamó a su puerta y con ello el olvido. 
No me alegré pero entonces te das cuenta que cuando haces caso al Señor se cumple su palabra en ti.  

Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza.  *Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar.*  Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
Salmos 23:4‭-‬6 

                           

jueves, 10 de octubre de 2019

CARTA A EVA.

La visita de esta mañana, me ha recordado lo mucho que te he necesitado y extrañado durante el periodo de tu ausencia. Hubieron veces, momentos de dura introspección, que le preguntaba a Dios los motivos por el cual el capítulo contigo se había borrado del camino un día sin más. Sin un final al menos que contar. Le supliqué que me concediera el placer de tenerte cerca, o al menos la distancia suficientemente prudente con la cual no estropee con mi torpeza la amistad. Porque habías formado parte de mi identidad, de mi vida. Nunca fuiste una persona que entraste para salir por la misma puerta. Fuiste de esos corazones que sin más se quedaron, pero muy adentro, para observarlo todo desde sus ojos. 
No sé aún cómo es mirar desde tus ojos, pero tiene que ser maravilloso para que a pesar del tiempo... estés aquí como si el tal se hubiera rendido a nuestros pies. 
Formaste con tu voz un trozo de mi persona, de mi identidad.
Aún recuerdo todas la noches de largos coloquios donde afloraba la ilusión que desprendía nuestra gran inocencia.

 La amistad es necesaria. Jesús creía en la amistad. Él es amigo de sus discípulos, y se hizo de amar. Me ayudó a entender que la verdadera amistad supera el paso del tiempo, los daños, los errores... Y no sabes cuánto lamento la falta de neuronas que tenía en aquella época. La simpleza con que me caracterizaba. Tengo la sensación de que vemos las cosas en parte, como a través de un espejo. Aunque me grites diciéndome que mi personalidad es tan mágica... He podido abrir una brecha en el tiempo y ver lo torpe que he sido. Tus gafas eran tan lilas, tan firmes y a su vez tan dulces; En cambio las mías eran frágiles, postulantes, pero necesitadas e inseguras. No puedo lamentarme de un pasado inerte que no sabe hacer nada más que simplemente ser ecos. Es mi percepción, perdóname si con ella te daño.
Fue maravilloso oír tu voz decir que mi hogar huele a mi... supe que dirías eso en el momento que me enteré de tu llegada. Son instantes que no quiero olvidar, porque son nuestros, nuestras palabras, nuestros momentos.

Y todo esto tan metafórico y poético es sólo para decirte que no estaría mal de vez en cuando un café enemistado con la nicotina. Al menos yo echo en falta los cafés que no me tomé junto a tu inigualable compañía.

Siempre fuiste mi mejor amiga.