lunes, 14 de octubre de 2019

TE PERDONO.

Si quieres enfurecer a tu enemigo, perdónalo.

- Oscar Wilde.

Con esta y otras citas, comencé a darme cuenta el tiempo que había perdido reteniendo el rencor, y es que no superaba la idea de tener que perder otra vez... Al instante supe que no tenía un problema, sino dos, y bastante frustrantes, uno el rencor ó falta de perdón y otro el orgullo. ¿Con qué mataría yo a estos dos ladrones de almas?

Dicen que el tiempo lo cura todo. Pero eso no es del todo cierto, a mi el tiempo me enfermaba; Enfermó el espacio en el que habitaba.
Ensucié mis costumbres con los recuerdos y con mi boca escupía en todos los rincones. Destrocé mi corazón. ¿Sabes lo que más me incapacitada? El hecho de saber que a pesar de todo, esas personas eran felices. No les importaba lo más mínimo el daño causado. No había habido de por medio ni una mínima palabra de disculpas. El frasco de veneno lo tenía en mis manos dispuesto a ser tomado, pensando que con ello dañaría así a mis enemigos, y no me estaba percatando que era una vía directa al suicidio emocional. Fueron momentos de mucha debilidad. Y fue ahí en lo más oscuro de mi ser, cuando humildemente y en un acto de humillación, le dije al Señor: «Te cedo este capítulo, no puedo con él, me hace más daño el retenerlo que el dejarlo ir.»

Y cómo bien sabemos, Dios es amor, y si no nos limpiamos con el perdón, no hay posibilidad de sentarnos junto a su mesa y comer de todo aquello que nos tiene preparado.

 Así que solo hubo unas palabras más que tuve que decir: «te perdono». Y todo aquel manto de amargura al instante se desvaneció.

Tuvo que pasar tiempo para que mi vida retomara su esencia, dejando atrás todas esas oscuras experiencias. Pero el dolor ya no estaba. Y cuando observé por un instante todo aquello que había dejado a mis espaldas, todos aquellos enemigos que me hicieron daño, estaban enfurecidos porque el perdón llamó a su puerta y con ello el olvido. 
No me alegré pero entonces te das cuenta que cuando haces caso al Señor se cumple su palabra en ti.  

Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza.  *Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar.*  Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
Salmos 23:4‭-‬6 

                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario