martes, 2 de septiembre de 2014

UN RINCÓN DE AMOR

Guárdame en un rincón donde no pueda salir nunca, donde esté atada a tu amor, allí donde tus heridas calme mi dolor, donde mi tormenta es calmada por tu dulce y potente voz... Donde el torrente de vida que me empuja a mis lamentos y al destrozo de mi camino, es llevado a los suaves y verdes pastos, que solo tú sabes indicarme con tu callado... Allí en las letanías de mi alma, es derramado mi espíritu pues estoy necesitada de tu gran presencia y amor...
Allí me aferro a tus promesas, porque en este instante no veo más que la oscuridad de mis párpados cerrados en pos de adoración... Tomo sorbo a sorbo tu amor en mi llanto que tanto ahoga mi dolor, porque sin ti, mi vida no merece la pena, pues soy mujer tan falta de amor, de tu dulce amor.

Apoyada en mis propios escombros en los que suelo tropezar... mis propias obras creadas con mis manos, la consciencia sometida a la inconsciencia, susurros que retumban como ecos, en la debilidad de mi mente... grito ¡no! Te lo suplico no más, mi corazón está agotado de caminar errante, vagabundeando, esperando la llegada de mi libertad...
Necesito servirte en la inocencia de un espíritu humilde y verdadero...
Con la alegría del alma, allí enredada en un rincón de tu corazón, donde tu presencia es un viento recio que limpia a su paso todas las miserias y escombros que he ido dejando en mi camino.
Enrédame en tus manos, en tus pies, y en tus heridas, que mis lágrimas unjan todo tu ser, destilando tu propio aroma,  para luego derramarlo sobre mi alma y así poder llevar toda tu esencia en mi. Tan solo deseo ser guardada en un rincón eternamente y para siempre dentro de tu corazón.

                                                 

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