domingo, 4 de mayo de 2014

ERES AIRE FRESCO

Llevaba varias semanas sin escribir y la verdad, es porque no tenía la inspiración  adecuada y estaba algo liada con todos los acontecimientos nuevos que estaban ocurriendo en mi vida; para mi son agradables, pero con tanto alboroto y ajetreo no he tenido el placer de sentarme tranquilamente con mi música y mi inspiración a escribir...
Una noche me dispuse a escribir, pues me vino algo de luz a estas neuronas un tanto dormilonas, me acordé de mi abuela la señora Carmen, y aunque tuve que indagar en algunas cosas que ya no me acordaba... este relato vino como aire fresco a mi alma, pues recordé cosas de mi niñez con ella, y sé que a todos sus nietos, bisnietos y tataranietos le gustarán leer este relato que comienza así:

Sentada junto a la ventana, mirando aquel paisaje, sus manos temblorosas, su respiración lenta. Las arrugas de su piel creaba un rostro muy tierno donde parecía reflejar añoranza, su pelo podía contar las aventuras de su vida.
Con una carcajada, recordaba su juventud pasada. Allí sentada estaba la señora Carmen, su pelo era blanco ya por la mucha vejez, ¡claro! pero en su juventud preciosa, era rubia cobriza, sus ojos aún guardaba el azul del mar, Dios quiso regalarle las olas en sus ojos rasgados. Su nariz fina y delicada, sus labios rojos y su barbilla era redonda, aún puedo recordar sus manos, sus dedos eran finos y largos, y le encantaba echarse crema todos los días... hasta me explicaba de qué manera se masajeaban los dedos de las manos para llegar a obtener manos de señoritas... ¡Qué encanto daba escucharla.!
Allí sentada con su abanico junto a la ventana, sus historias parecían eternidad, nunca quería que llegaran el final.
Sus canciones... ¡Ay sus canciones! suspiro cada vez que recuerdo su voz...

¡Ay señora Carmen que buena es usted! Le decían las vecinas... Y allí sentada junto a la ventana contemplaba aquel paisaje lleno de árboles frutales, de fondo una montaña donde se podía contemplar la caída del sol.
En aquellos crepúsculos, siempre aparecía sus recuerdos, aquel muchacho apuesto y elegante, fino y delicado. Hablaba de vez en cuando de su hermano, de todos sus hermanos... pero de aquel muchacho solía hablar con un cariño especial.
Un día se atrevió a contar que en su juventud pasada, cuando vivía junto a sus padres en aquella casona, una noche mientras se lavaba, su hermano sin deserlo, la sorprendió  desnuda, ella gritó tapándose y el salió despavorido y muy asustado, aunque luego irónicamente, contó a todos los demás hermanos, con un rastro de vergüenza, eso sí, la sorprendente escena en el altíllo donde solían asearse, y sin duda el buen tipo que tenía su hermana Carmen.

                                            

 Alcoi es donde ella residía con sus padres y hermanos, donde conoció a su esposo Rafael.


Ella recordaba aquella anécdota con cariño y añoranza pues aquel hermano falleció ya tiempo atrás.
Nunca olvidaré la paciencia que tenía con todos sus nietos, bisnietos y tataranietos. Las tardes que le gustaba cantar las canciones de Sara Montiel, jugar ó contarnos cuentos cómo este que intentaré narrar para su memoria y para la nuestra, pues hacía tiempo que ya no lo escuchaba, y lo había olvidado pero una prima amada con la que solía jugar de niña tuvo la paciencia y la simpatía de volver a escribir el cuento y escribirlo para mí...
Y mientras lo leía, vino a mi mente todas las noches que ella se sentaba junto a mi cama a contarme el mismo cuento de "La paloma y el príncipe":





Era un príncipe que estaba sentado en un banco viendo como las muchachas iban a la fuente a por agua, el príncipe les tiraba piedras a los cántaros de las muchachas, la bruja al ver la escena se acercó al príncipe y le dijo: - Su majestad, ¿qué hace usted aquí? A la cual él respondió: - ¡Me gustaría encontrarme una muchacha bella para poder casarme! Y observo a estas bellas damas para ver si así encuentro la adecuada.
La bruja le contestó: - Yo se donde puedes conseguir una esposa, pero tienes que hacer lo que yo te diga... ¿Lo harás?
El príncipe ilusionado le dijo: - ¡Sí!
La bruja al ver que había aceptado su propuesta le contó así: - Bien, primero tienes que comprar cinco kilos de carne, diez kilos de paja y tres litros de leche. 
Tendrás que ir donde yo te mande. Primero encontrarás una serpiente, para que te deje pasar ponle los tres litros de leche. Después encontrarás un toro, ponle los diez kilos de paja y te dejará pasar, y por último encontraras un león, ponle los cinco kilos de carne y pasarás.
Mientras sigues el camino encontraras una casa que tiene una tapia, tienes que saltarla con tu caballo y dentro del patio hay un naranjo, coge tres naranjas... pero ten cuidado ahí vive un ogro, cuando hayas salido puede abrir las naranjas.

                                                         

Y así hizo...
Primero se encontró la serpiente y le puso su leche y lo dejo pasar.
Después vio al toro, le puso su paja y lo dejo pasar.
                                                       
                                                 
                                                           
Y por último vio al león, le puso su carne y lo dejó pasar. A lo lejos vio la casa con el muro muy alto, pero con su caballo de un salto lo pasó y efectivamente dentro del patio estaba el naranjo.
Al intentar coger las tres naranjas salió el ogro, pero no pudo atraparlo porque el príncipe rápido dio un salto con su caballo y se marchó galopando con las tres naranjas.
Por el camino de regreso decidió abrir la primera naranja y salió una princesa muy guapa con un vestido precioso con un pelo largo y rubio.
                                                               
                                                             

Y el príncipe al verla tan bella le preguntó: - ¿Quieres casarte conmigo y vivir en un palacio?
La princesa le contestó: - ¿Tienes bañera para bañarme? Y el príncipe dijo: - ¡Sí!
La princesa siguió preguntando: - ¿Y peine para peinarme? Y dijo él. - ¡Sí!
Y ya por último preguntó la princesa: -¿Espejo para mirarme? ¿Tienes espejo? 
Y él contestó algo triste: - No.
La princesa contestó: - Pues entonces a mi naranjo me voy.
Entonces se cerró la naranja y volando se fue a su naranjo. Después abrió la segunda naranja y salió una princesa más guapa que la primera con un vestido aún más precioso y un cabello más largo.
Y el príncipe le dijo: ¿quieres casarte conmigo? Y la princesa le dijo: tienes bañera para bañarme? Y dijo sí
¿Y peine para peinarme? Dijo: - Sí.
Y espejo para mirarme? Y le dijo: - No.
Pues entonces a mi naranjo me voy.
                                                                    


Y se cerró la naranja y volando se fue a su naranjo.
Entonces un poco triste el príncipe abrió la última naranja y salió una princesa más guapa que las otras, su vestido mucho mas precioso que los otros y su cabello aún más largo...



                                                               


Y el príncipe le dijo sin mucho afán: -¿Quieres casarte conmigo? Y ella respondió: - ¿Tienes bañera para bañarme? Y dijo el príncipe: - sí. Entonces preguntó la princesa: -¿Y peine para peinarme? Contestó el príncipe: sí. La princesa entusiasmada volvió a preguntar: - ¿Y espejo para mirarme? Y dijo el príncipe muy triste: - No. Y la princesa resignada contestó: - No importa, contigo me casaré.


                                                                  




Entonces el príncipe tan contento la lleva al palacio y le dice a la princesa: - Espérame aquí que voy a avisar a mi padre y a los músicos ...
Y la princesa se sienta en un banco del jardín de palacio a esperar. Entonces la bruja al verla y al saber que el príncipe había conseguido traerse una princesa del naranjo se acerca a la princesa llena de envidia y le dice: - ¡Oh! Que cabellos tan bonitos, ¿puedo peinártelos?
Y la princesa que era muy buena y muy confiada le dijo: - Sí.
Entonces la bruja se puso a peinarla y hacerle preguntas y sin que se diera cuenta le metió una aguja en la oreja y la pobre princesa se convirtió en paloma.

                                          

                                                     
                                        
 La bruja dijo: - Seré yo la que se case con el príncipe.
 Entonces dijo unas palabras mágicas y se convirtió en la princesa, solo la diferenciaba que era un poco más morena de piel... y se sentó en el banco a esperar como estaba ella.
De repente apareció el príncipe con su padre y los músicos y le dijo: - Princesa le presento a su majestad, mi padre.
El príncipe al mirarla se percató que estaba más morena y le preguntó:  -¿Qué te ha pasado?
Ella contestó: - Nada, tan solo de esperar se me ha cogido el sol.
De seguido se sentaron los tres en el banco para hablar de la boda, pero una paloma no paraba de posarse en el hombro del príncipe.
Y la bruja intentaba echarla , pero una de las veces el príncipe le dijo: - ¡Estate quieta que quiero ver la paloma!
Entonces se dio cuenta que llevaba algo clavado.
Y dijo al verla: - Pero ¿qué es esto?
Y al quitar la aguja salió la verdadera princesa y les contó lo que había echo la bruja.
                                                           
 
El rey pronto hizo llamar a su guardia y la atraparon. 
Le hicieron una hoguera en medio del pueblo y la quemaron para que no engañara más a nadie.

 
                                                              

 
El príncipe y la princesa se casaron fueron felices y comieron perdices... Y colorín colorado este cuento se ha acabado...


                                                    


                                                                             Fin.


Así pasaron los años, ella cada día envejecía más y la verdad con sus virtudes como abuela cubría todos sus defectos, fue una buena madre, una buena esposa, y una buena abuela, llena de anécdotas, de simpatía, de canciones, de cuentos y como antes expresé rebosaba paciencia y amor.

La disfruté en mi niñez, la extrañé en mi juventud y en mi edad adulta la añoro y la recuerdo con amor.

Disfrutó de longevidad, y mucha belleza, aunque sufrió de lo lindo, pero disfrutó del amor de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Falleció con cien años en un ambiente familiar. Sé que partió al cielo, pues amaba a Dios.
Y ahora en su ausencia quiero honrarle.
Siempre te recordaré y sé que toda tu familia también.
                                      
                                          "Señora Carmen fue bella por dentro y por fuera".

 Aquí os dejo el enlace de una de las canciones que más cantaba la señora Carmen: "La violetera": https://www.youtube.com/watch?v=P_PLeBJsr44
                                                      

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